Han pasado por mi vida estafadores, fabuladores, perversos, psicópatas, bipolares y depresivos. Por supuesto que todas estas cosas se saben al final de la historia. Los histéricos son detalles menores cuando sentís que una vez más, tu ángel de la guarda te cazó de las alas justo al borde del precipicio de tu vida. Algún día aprenderé… no?
Lo cierto es que nunca había “estado” con un homicida. ¿Firmemente acusado por alguien delante de mi cara? Nunca.
Nunca, hasta el domingo pasado.
“Vayamos por partes” (gracias Tupac Amarú por esta frase!).
Parte 1. Día no agradable para volar.
Algo me hizo pensar que el temporal que azotaba Buenos Aires el domingo a las 7 a.m. – momento en el que me acostaba- iba a pasar a la historia para cuando nuevamente resucitara al mundo cerca del mediodía. ERROR! ERROR! ERROR!
Me desperté alrededor de las 12:30. El clima era mucho peor aún. Y como algunas de esas cosas difíciles de comprender que algunas veces tienen las madres, la mía abandonó el zapping clavando imagen en Crónica TV que -como siempre-, sádica como el marqués, no podía menos que poner su roja placa: ALERTA POR FUERTES VIENTOS EN EL LITORAL. Ahí reflexioné: “Siempre fui una bestia en geografía, pero creo estar yendo precisamente hacia el litoral”. Gracias Google por confirmarlo.
Pensé: “Bueno, son gajes (¿?) del oficio”. Las azafatas, el comisario de abordo y el piloto, también subían a ese avión con fines laborales. Nada podía hacer yo para frenar el viento. Lo único que pretendía era que la turbulencia no me despeine (es decir, que no haya contacto con el viento exterior durante el vuelo) y que el del asiento 7B no vomite si el avión se movía mucho. Es decir, yo ni siquiera imaginaba que era capaz de cosas peores que vomitar.
Lo bueno es que dado el estado del tiempo, alivié el peso de la cartera: mis gafas “Nino Dolce Gabanna” fueron eyectadas de ella y alojadas en el maletín portanotebook con rueditas. Siiii… ese mismo que pesa MUCHO cuando hay que llevarlo en la mano porque las calles de tierra no se llevan bien con las rueditas (Autorecordatorio: además de pedir información sobre hoteles a los receptores en la ciudad de destino, pedir informe sobre el estado de las veredas).
Parte 2. Aeroparque, lluvia, viento y espera en pista.
El viaje al Aeroparque fue más que grato. MI “AMIGO y VECINO PERSONAL” (como él mismo se auto-bautizó) me llevo en su auto, así que fue un placer la charla con buena música ambientando la lluviosa tarde en Buenos Aires.
Calle Salguero, otro placer: estaba vacía. Y por supuesto que de vez en cuando está bueno salir desde Aeroparque, aunque no tenga Duty Free Shop para vuelos nacionales. Lo más parecido que había al Duty Free era un local multimarca con algunas ropitas Tommy H., algunos perfumes, un stand de Portsaid (¿?) y otro par más de cosas. Comparado con un Duty Free, era algo así como un Sex Shop regenteado por Lita de Lázari.
Me encontré con mi compañera de misión. Como es de otro sector, yo no tenía ni siquiera su celular. Sabía que tomábamos el mismo vuelo y nada más. Plastificamos las valijas y directo al punto del “WEB CHECK IN”.
AMO el web check in… cuando realmente funciona como tal. Pero claro está que, como siempre, llegamos y debajo de la pantalla que indica el punto del “Web Check in” no había nadie, ni nada más allá del mostrador.
La cola de pasajeros para hacer check in en los mostradores de Aerolíneas Argentinas era infinita. Y dije: “MOMENTITO…!!! Si hice el web check in en mi casa, gasté mis adoradas hojas A4 en imprimir el boarding pass y encima, consumí tinta del cartucho color de la impresora por la ondita azul del logo de Aerolíneas, ¿por qué me tengo que fumar ESA cola? De ningún modo!”. Me fui a los mostradores de Club Cóndor y Bussiness y me propuse despachar la valija ahí. Cero problema. Ahí ya estaba empezando a pensar que el viaje venía bien.
Poco a poco se iba despejando el clima en la zona de Aeroparque. El vuelo de las 18:30 salía a las 19:00 hs., ergo, tenía media hora más para pasear sin Duty Free. La mejor opción: cafeciiiiiiiiiiiiiiiito….
Listo! Hora de embarque 18:30, sin puerta asignada. Subimos, pasamos el control de equipaje de mano y nos enteramos que salíamos por la puerta 7. Como todos los que tomábamos el vuelo, allí estábamos: paraditas haciendo la cola detrás de un mostrador en el que no había nadie, aunque tampoco había asientos libres para no hacer la cola y sentarnos a esperar que todos los más ansiosos que nosotras subieran, así que no estaba nada mal hacer una fila y quedarnos ahí esperando que alguna cara de A.A. nos invitara sonriente a subir al avión.
A los 10 minutos se me ocurre mirar nuevamente la pantalla de salidas. CHANNN..!!! Decía: “Resistencia vía Posadas: DEMORADO. CONSULTE CON LA AEROLINEA”. Whaaaaattttt???
Dije hacia el monitor, es decir, hacia al aire (porque nadie me escuchaba): “¿A quién querés que le consulte en el área de embarque si no hay NADIE de la aerolínea?”.
A los 5 minutos, cambian la pantalla: “Resistencia vía Posadas 19:40 hs.”. Teníamos más de una hora para esperar paradas en la cola sin nada qué hacer. Obviamente, busqué alguien para que me diga por dónde salir.
Salimos. Nuevamente a deambular por el hall del Aeropuerto. Pucho en la ventosa puerta. Miramos el reloj y ya era la hora del pre-embarque otra vez! Así que como si hubiéramos rebobinado una película, de nuevo subimos, control de equipaje de mano y caritas felices en la cola -más larga a esta altura- para abordar el vuelo.
Detalle: me acordé que en Aeroparque es muy raro subir al avión por la manga. La onda es micrito y escalerita por la pista. Mamadera..!!! Qué fríoooooo! Bajamos del micrito y quedamos casi últimas en la cola, así que hasta que subieron todos los que bajaron del micro antes que nosotras, más o menos fueron 10 minutos de congelamiento en el medio de la pista, bien lejos de cualquier cosa que pudiera reparar el viento. Realmente fue uno de los días más fríos del invierno pasado.
Si no tenía el celular de mi coequiper, se imaginan que tampoco coordinamos los asientos al hacer el web check-in. Así que ella viajaba en la fila 16 y yo viajaba en fila 7, asiento A, ventanilla. Fila de dos 2 asientos.
El avión no era de Aerolíneas Argentinas, sino de Austral. Un comentario sin sentido, pero quería decirlo y lo van a tener que leer igual.
Parte 3. Titanic, peligro de expulsión, bendito vuelo y “Oh my God!: viajo sentada al lado de un acusado de homicidio”.
Cagada de frío como subí al avión, NO tuve mejor comentario que hacerle a mi compañera cuando terminé de subir la escalerita que el siguiente: “Uffff… por finnnn…!!! Qué frío! Parece el Titanic….!!!”.
Coincidió que, en el momento en el que dije “Titanic” estaban frente a mí, el comisario de abordo y una azafata, super sonrientes ambos. Les duró poco la sonrisa. Dijeron el clásico “Buenas noches, bienvenida”, se les borró la sonrisa y agregaron: “Noooooo… Noooooo.. El Titanic nooooooo”.
Y si. A punto de volar no era un buen comentario pero con una de mis mejores sonrisas (de esas que intento cuando meto la pata) buscando quizás devolverles la de ellos, les dije: “Pero ¿qué problema hay? Si el Titanic no era un avión!”. Cri, cri, cri…
Seguí caminando por el pasillito y temí ser bajada del avión por la tripulación.
Estiré un poco el cogote a ver si ya tenía alguien sentado en el asiento de al lado como para no impresionarme al llegar. No hice a tiempo a contar las filas pero veo a un sacerdote sentado en un pasillo de las filas de dos asientos, que más o menos era la fila 7.
Ahí me alivié: Santo Vuelo, Batman!
Falsa alarma. El cura NO era mi compañero de asiento. De hecho, más tarde pensé que era parte de la tripulación. Es que, a media hora del despegue, empieza el “servicio a bordo” y veía unos paquetitos minúsculos que les daban a los de las filas de adelante, a modo de snack. Y ahí pensé que el cura era parte de la tripulación y atiné a decirle a la azafata que ya había un cura a bordo, lo dejaran repartir el snack y de paso comulgábamos.
Si señores..!!! Eran hostias esos sandwichitos. Como cuando vas a un cumpleaños y los sandwichitos están cortados al medio… bueno así, UNA y SOLO UNA de esas mitades era la ración. La diferencia es que en los cumpleaños, sabés que la otra mitad está en algún plato y que el corte al medio es para simplificar la ingesta. En general, si estás parado el sándwich de miga entero no se sostiene erguido y empezás a hacer malabares mientras ves que el líquido de la copa se empieza a inclinar y para no ser poco cordial, vas mirando de reojo las personas que conversan con vos en la ronda, al mismo tiempo que te inclinás junto con el vaso/copa y aguantás con lo que te queda libre de la mano, la parte del sándwich que se bambolea. Es más fácil que, si estás parado, el sándwich esté cortado.
Continúo… en busca de mi asiento 7A.
Llego a la fila 7 y el B ya estaba ocupado por un señor. Le calculo entre 50 y 60 años, es decir, promediamos en 55. Soy un desastre para las edades de los hombres.
Muy cortés, sin que le diga nada, se paró y me dejó pasar. Muy cómodo, leía su diario y nada parecía perturbarlo.
Parte 4. Con una rubia en el avión…
Sentada, esperando que culmine el embarque y con ganas de dormir, la cola de los pasajeros que venían por el pasillo estaba medio atascada. Y así, casi como de golpe, aparece en una parte de esa cola, una chica rubia. No tenía pinta de rubia tonta. Un poco cheta y parecida a alguien aunque hasta el día de hoy no logro un nombre que me permita decir “Era parecida a fulana”.
Lo que les voy a contar ahora, que fue mi pensamiento, duró apenas 3 segundos.
La rubia lo visualiza a mi compañero de fila y hace un gesto que a mí me hizo pensar en algo que NADA tenía que ver con la realidad conocida 1 minuto después.
Ella lo miró con cara de amante satisfecha. Noté un guiño cómplice en su mirada. Como diciendo “Acá estoy mi amor. Llegué al avión. Pero esto de disimular que viajamos juntos porque el avión está lleno de gente de Posadas que nos conoce no me gusta nada y si no fuera por el increíble fin de semana que pasamos juntos en Buenos Aires, estaría haciendo ya mismo una escena”. En esos TRES segundos, además pensé que si la cosa era así, a la mina no le iba a resultar simpático que yo estuviera sentada al lado de su amante y ella no. Yo no tenía NI LA MENOR intención de dialogar con el Señor: 55 años está muy lejos de mi target y aparte, no tenía ganas de que ningún pesado me hablara de nada. Así que sin mucho esfuerzo, puse mi mejor carita de “No tengo ni idea de lo que pasa” y quedé así, congelada en esa cara… porque los tres segundos pasaron en la vida real y ahí se hizo escuchar la rubia.
Tono de voz elevado y enojado. Y la rubia dice: “Debería darle vergüenza!”. Yo no entendía nada. La rubia todavía no había pasado por al lado del Señor, así que la tocadita de culo estaba descartada.
Yo seguía sin entender. Y mi cara, congelada en la cara de boluda que tenía 15 segundos atrás. Pero algo, algo me decía que la cosa se ponía espesa.
La rubia avanza dos pasos y parada a la altura del cura (es decir, en el asiento de adelante a mi compañero de fila) le dice a mi compañero de fila, con mirada firme y fulminante:
- “Usted es un asesino!”. Y repite: “Debería darle vergüenza!!!”. “No sé cómo no lo mandé preso por mala praxis!”.
Automáticamente, atiné a mirarle la zona del busto a la rubia. Tenía pinta de “siliconas” y pensé en que posiblemente el señor había sido su cirujano y le había hecho unas gomas fuleras.
El tono de voz de la rubia hizo que los que estábamos en un radio de aproximadamente 7 filas, escucháramos que algo pasaba y nos concentráramos en hacer silencio como para poder pescar de qué se trataba. Imagínense que en este momento, YO era la chica que estaba sentada al lado del tipo al cual le acababan de decir “Asesino” y no tenía una forma rápida de comprobar que no tenía con el Señor (¿) del 7B ningún lazo que nos vinculara.
La rubia se empezó a poner un poco angustiosa y bastante nerviosa. El señor del 7B, recientemente acusado de asesino, sólo atinó a bajar un poco el diario (lo había desplegado bastante para leerlo, aunque claro está, cuando escuché “asesino”, pensé que lo había desplegado para taparse). Bajó el diario, la miró UNA SOLA VEZ a la rubia, levantó el diario y emitió una cosa similar a un soplido de esos que hacemos cuando algo nos molesta… “uuuffffffff”. Muy leve… casi ni se escuchó. Yo siiiiiiiiii, lo tenía al lado!!!
De más está decir que a esta altura, quería enterarme de qué clase de asesinato se lo acusaba a mi compañero de fila. Mucho no tardé en enterarme. La rubia se sentó tres filas atrás nuestro y todo el trayecto hasta su asiento fue pronunciando palabras tales como: “Sin vergüenza”. “Es un asesino”. “Es una mala persona”. “¿Cómo puede ser que me lo venga a encontrar acá???”.
La rubia se sentó, cazó el Nextel y seeee… un embole..!!! Cada cosa que decía iba acompañada del “prip prip” y cada respuesta que recibía también, con lo cual la conversación era remixada y se dificultaba un poco la escucha. YO MAS QUE NADIE NECESITABA SABER ALGO SOBRE EL ASESINO QUE TENIA SENTADO AL LADO….!!!!
Por supuesto que la idea de la rubia era que TODO el avión se enterara de quién era el asesino y de lo que había hecho. Así que subió un poco el tono de voz y mientras le daba al botoncito del Nextel, nos iba haciendo participar de la historia.
Pausa mental: a todo esto, yo no pude más que sentir que era inminente que en algún momento iba a caer un comentario -cual rayo- sobre mí… tan sólo por estar sentada al lado del señor y ser posiblemente, alguien que viajaba con él.
Seguíamos en la pista y el tiempo fue suficiente para que la rubia nos pusiera al tanto. Llamó a alguien y le dijo: “¿A que no sabés con quien me acabo de encontrar? ¿A vos te parece que subo al avión y está el tipo éste que la abandonó a mi mamá cuando se moría? El médico sin vergüenza.. si si.. ése mismo!”.
Para no hacer el relato MUCHO más extenso de lo que ya lo es, les resumo TODO lo que contó la rubia en la conversación. Fue rara su conversación, por momentos parecía que no hablaba con nadie y que repetía todo para que TODOS escuchemos… entre prip prip y prip prip del Nextel.
Ahí va…
- El asesino: médico oncólogo que atendía a su madre, hasta el momento en el cual empezó a desatenderla. La atendía por la Obra Social y la rubia lo llamaba pidiéndole por favor que vaya a verla a su madre que estaba muriéndose. Al parecer, según acotó la rubia, la Obra Social no le pagaba bien y el tipo se negaba a asistirla (cayendo en la figura de “abandono de persona”) a menos que abonaran sus honorarios para consultas particulares.
Una vez más, ME CAGO EN EL JURAMENTO HIPOCRATICO!
- La madre de la rubia: señora fallecida que antes de estarlo, en sus últimos días requirió los servicios de su médico y nunca fue asistida.
- La rubia: hija a la que le tocó implorarle -a quien en ese momento se encontraba en el mismo avión que ella y próximo a despegar-, que por favor asistiera a su madre, nada más y nada menos, que en un momento de sufrimiento, previo a su muerte. Al parecer, hablaba con alguien que no estaba muy al tanto de la historia porque le contó todo desde fojas cero. Y también le comentaba lo que iba a pasar en el futuro. La rubia decía que si había tenido la mala suerte de encontrarse a ese mal médico y sin vergüenza, era una señal para no olvidarse de iniciarle acciones legales.
Pausa comercial: cuando escuché eso, pensé: “Si le estás diciendo asesino a alguien, ¿te podés olvidar de lo que hizo? ¿Tenés necesidad de verlo para recordarlo?”. Fin de la pausa comercial. Nadie me pidió que emitiera un juicio de valor.
Parece que el que hablaba con la rubia, pensaba igual que yo. A los 2 minutos, la rubia dice: “Es que viste, después de vivir eso, no querés estar revolviendo”. Claro, iniciarle acciones legales en ese momento, era revivir el dolor de la muerte de la madre, sin siquiera haber atravesado el duelo. Mi juicio de valor, merecidamente, merece –valga la redundancia- ser metido en mi propio orto.
A todo esto, las azafatas ya estaban cerrando las puertas de los guarda-equipajes y caminando por el pasillito, controlando que todos estuviéramos ataditos para el despegue. Pasan por al lado de la rubia y le dicen: “Los celulares a partir de ahora deben permanecer apagados”. Chau conversación. Chau Nextel.
El silencio habitual del momento previo al despegue se hizo sentir más que nunca. Yo que pensaba: “El hijo de puta éste que tengo al lado NI se mosquea”.
Y al mismo tiempo pensaba, las veces que la rubia le habría deseado la muerte a ese “doctor”. Y claro, a veces uno pide tanto algo que finalmente se cumple. Una opción de cumplimiento del deseo era que el médico muriera a causa de un accidente áereo… Pero nooooooooo…!!! La rubia también estaba en el vuelo… Y yo, que me la estaba fumando sin comerla ni beberla, también! Traté de conectarme mentalmente con la rubia y pedirle que se retracte en su deseo.
El avión despegó. NEGRO TOTAL se veía el cielo que cubría Buenos Aires. Y dije: “La cosa se viene movidita con estas nubes”.
El piloto un capo. Las zafó todo lo que pudo. Así que tuvimos unos 40 minutos de vuelo sin turbulencia. Lógicamente, la turbulencia fuerte empieza SIEMPRE en un momento preciso del vuelo. Este año lo he podido comprobar y es ley: la turbulencia más fuerte de todo el vuelo, empieza JUSTO en el momento en el que terminan de depositar en tu bandeja el servicio de a bordo. La onda es que al intentar enderezarte para comer, la turbulencia combine con tu cabeza semi-agachada y te saque las ganas de comer y de pedir repetición de bebidas. No siempre lo logran con los pasajeros con varios trayectos aéreos encima.
El señor del 7B dijo “No” a todo lo que le ofrecían. Había guardado el diario al despegar y dormitaba. Yo creo que lo dormí con el olor a adrenalina que despedía mi cuerpo ante la situación siniestra de tener a un asesino al lado. Faltaba que se duerma y me apoye la cabeza en el hombro. Por supuesto que ni se me ocurría amagar a pedirle permiso para ir al baño, por si acaso me cobraba o por si acaso me decía que no me dejaba pasar, ansioso de ver el momento en el cual mi vejiga se reventaba. Por suerte, mi vejiga es obediente y sabe cómo comportarse.
Parte 5. Turbulencia: aérea y mental.
La situación planteada en el avión, se me instaló en la cabeza.
“Cáncer”, tema que lamentablemente apareció en la vida de los que me dieron la mía. Carga genética complicada.
Ahí empecé a pensar en muchas cosas. Y a la turbulencia aérea (que ya era leve porque el servicio había terminado), se le sumó la mental.
Pensaba en mamá, en lo desprotegida que se había sentido muchas veces con una de sus doctoras, en LA FRIALDAD con la que tratan a sus pacientes algunos oncólogos.
Pensaba en papá, que se murió y TODAVIA tenía un par de órdenes pendientes para hacerse chequeos, porque le daban turno para más o menos 1 mes y medio. Pensaba en esa puta obra social de quienes fueron docentes en la Ciudad de Buenos Aires.
Y pensaba en ese médico hijo de mil putas que lo atendía en el Hospital Durand y que vino a verlo a su casa, previo pago –of course- de sus elevados honorarios, tan sólo para entrar al cuarto y decir: “No hay nada que hacer. Traten de no ponerse mal delante de él porque por más que no diga nada, se da cuenta de que está mal y eso no ayuda”. Un iluminado estafador el médico! ¿Era necesario estudiar medicina para saberlo? Fuck you, Doctor…!!!
Ahí me pude poner en los zapatos de la rubia: en su sentimiento, en su dolor y en su bronca. Pero traté de no darme más manija porque temí que tantas sensaciones me hicieran agarrarlo al “doctor” del 7B del cogote y no parar hasta verlo cianótico, recayendo sobre él toda la bronca de los que padecen en cuerpo y a los que padecimos en alma, a la peor parte de la medicina: los médicos lacras, los chantas, los comerciantes, los inescrupulosos, los hijos de puta, los frígidos de alma….
Bastante preocupada había estado las últimas semanas, con la cuestión de los medicamentos truchos para los pacientes oncológicos. Siempre ilusa yo, no puedo creer que haya gente que haga ese tipo de negocios con la vida de los demás.
El relato está perdiendo el hilo y lo que pensaba ser algo medianamente divertido, está tornándose un tanto delicado. Momento de continuar…
El vuelo transcurría silencioso. Transcurría… hasta que nuevamente, la rubia rompió con el silencio.
Parte 6. Aterrizaje, promesa de golpiza y demanda. Necesito un baño.
El avión había empezado a descender. Faltaban 20 minutos para aterrizar. En eso, se escuchan voces: eran la rubia, la azafata y el comisario de abordo. Voces “in crescendo”. Se acercaban a nosotros.
“Lo que viene, lo que viene, lo que viene”, fue mi pensamiento. Más que correcto, considerando que era domingo (Fútbol de Primera: RIP).
La rubia pasó casi sostenida por los dos asistentes de vuelo. Seguía diciendo cosas, mezcladas con lágrimas y con actitud de crisis. Pobre mina… qué situación de mierda..!
Entre tanto sonido junto (por suerte, en ese momento seguía prohibido el uso del Nextel) logré escuchar: “No sé qué puede llegar a hacer mi hermano cuando lo vea en el aeropuerto”.
Oh my God…!!! Lo único que le faltaba a la rubia era que el hermano terminara preso por darle una golpiza al académico!
La rubia, asistida por los azafatos (él y ella) fue sentada en la primera fila de tres asientos –que estuvo libre todo el vuelo- con uno de ellos a cada lado. La contenían… o eso era lo que intentaban. Ella seguía. Otra vez les contó el tema de la obra social. Hasta creo que les dijo el nombre pero seguramente es provincial y es por eso que no logro recordar las siglas. Y seguía… y seguía…
En eso se escucha. Tripulación: “Tomar posición para el aterrizaje”.
Momento de abandonar a la rubia en la soledad del asiento del medio de la primera fila del avión.
Momento de salir del avión y ver cómo seguía la historia en la tierra. ¿Estaba el hermano? ¿Le esperaba una golpiza al “doctor”?
Pues, nada de eso se ha manifestado ante mis ojos.
El COBARDE médico (que nunca abrió la boca ni siquiera para defenderse), bajó del avión y una vez en la pista, se abrió del camino del resto de los pasajeros.
Cual fiel compañera de él durante todo el trayecto, quedé cerca y pude escuchar la conversación que tuvo con un NN que estaba en la pista, disfrazado de empleado de aeropuerto de Posadas.
Le dijo algo así como: “Necesito estar un rato acá o bien, saber si hay posibilidades de salir por otra puerta”.
Cobarde, hijo de puta e impune.
Evidentemente, también era conocido! Típica desgracia que padecen las ciudades y los pueblos del interior del país: un poderoso, impune y conocido hijo de puta, al que había que aliviarle el paso para no mezclarse con el resto de los pasajeros, por si acaso se ligaba la paliza que bien merecida tenía.
Y a todo esto, yo seguía siendo testigo (¿por qué no se usa testiga???) de la situación, en silencio, con turbulencia mental, sueño, con ganas de pisar tierra firme y con muchas más ganas de levantarle la veda a mi castigada vejiga.
Espera de equipajes: veinte minutos.
Y por fin, llegó el momento tan esperado.
Vejiga liberada: bienvenida al aeropuerto de la ciudad de Posadas.
Fin.
NatpuntoG.
(Septiembre 2009)
martes, 23 de febrero de 2010
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Uhhh... se puso espeso! te juro que duré en leerlo o no, porque justo hoy tengo que volar.
ResponderEliminarAl principio pintaba que era de joda pero se puso pesadito sobre el final.
Me atrapó y me hizo olvidar por un rato la ansiedad pre-viaje.
Besos!
Yo lo hubiera acogotado, mama tambien es paciente oncologico, por suerte en el Hospital Pena, recibe toda la atencion, y contencion posible, pero si, son unos HDP los medicos cuando quieren.
ResponderEliminarPD: mama cancer de mama, hija paroinca inicia sus mamografias a los 30, contra voluntad de ginecologa
Ale! Espero que tu vuelo haya sido óptimo :)
ResponderEliminarMe alegra haberte despejado un poco la ansiedad pre-viaje. Hubo partes del vuelo que fueron pesaditas, incómodas y de mucha turbulencia mental.
Por suerte, ni bien pisé tierra firme desarmé el equipaje y me apuré para abrir la laptop y "vomitar" todo lo que se había revuelto en mi interior con tanta turbulencia. El humor a veces es un recurso para poder decir algunas cosas que nos duelen, sin que nos duelan tanto cada vez que las volvemos a leer.
Gracias por tomarte el tiempo previo al viaje, para leer la historia :)
Besotes!
Nat.
Carmela, lamento coincidir con vos en esta historia. Es una cagada...! Por suerte también hay buenos médicos y a veces, aunque no sean demasiado contenedores de sus pacientes, obtienen éxitos en los tratamientos, el tema es que el trato del médico repercute mucho en el estado anímico del paciente.
ResponderEliminarNo le des bola a la ginecóloga porque está bien que a partir de los 30 y con antecedentes, te hagas mamografía y ecogafría.
Gracias por leer el blog y nuevamente, lamento la coincidencia.
Beso!
Nat.
De: Elizabeth_guti
ResponderEliminarAl principio me causaba gracia las peripecias para embarcar etc, después me dije uhhh que momento de mierda! Yo tambien tuve a mi vieja con cancer en 2 oportunidades, por suerte en la Trinidad la Dra que la atiende es excelente y siempre esta cuando la necesitamos, pero hay mucho HDP suelto, entiendo la indignación de la Rubia pero en mi caso no hubiera esperado a volver a verlo para iniciar juicio, quese yo...
Excelente Nati!!!
bueno, me vas a decir que somos corporativos...pero por qué situación de mierda la de la rubia y no la del médico? cómo sabemos que la historia no era una exageración de la rubia, vista solo desde su punto de vista? si no le abonaban la consulta por qué la tenía que ir a ver? la medicina es una profesión, no un apostolado. además, no sabemos cómo fue la cosa. capaz había otro médico que la iba a ver y la rubia se encaprichó con que fuera ese. qué se yo, hay mil cosas que pensar antes de llamar "asesino" a una persona. y tiene todo el derecho de salir por un lugar privado, y no es por cobardía, pero los médicos estamos en la mira y la gente protesta sin tener la más mñinima idea de lo que dice. ya se tilda de "mala praxis" situaciones que uno no tiene modo de saber si hubo en realidad mala praxis, probablemente porque uno ni siquiera sabe cómo se configura la mala praxis, y porque uno no estuvo ahí, y porque uno no es médico...en fin. que lo que pienso es que hay que saber bien cómo son las cosas para decir que alguien es un asesino y para victimizar a la rubia. si ella estaba tan segura, hubiera iniciado acciones legales por la vía correspondiente, porque decir que alguien es un asesino abiertamente y sin pruebas, a lo mejor también es un delito, no?
ResponderEliminardigo, soy la primera en pensar en lo importante que es que el médico sea humano y que vea al paciente en forma integral, y sería la primera en criticarlo si tuviera con qué. pero hay que concoer los hechos para abrir juicios de valor, creo.
bueno, he dicho, me encanta tu blog y lamento que mi rpimer comentario sea peleador, ya vendrán otros mejores!
Muy entretenido el relato ... ! Buenisima narradora. Creo que si la rubia tuviese razón simplemente le ponía una buena cachetada y se aguantaba que la bajaran del avión en honor a su madre(que tanta alaraca!)con o sin razón el doctor se la iba a tener que aguantar. Nadie más que ella y el supuesto "mal doctor" necesitaban enterararse de la causa del cachetazo. Por la descripción de la conducta la rubia es sencillamente una mitomana que distorsiona la realidad y se la cree, o una típica persona que se victimiza, necesitada de llamar la atención, como las hay por todas partes y en abundancia. Una simple neurótica que de cada situación genera un episodio. Conozco un comisario de a bordo que me cuenta de estas situaciones. Conozco oncólogos hijos de puta, que también los hay y en abundancia acá en Salta, y lo que no logro entender es como eligieron esa especialidad, asistir la muerte y la enfermedad que lleva indefectiblemente a ella. Puede comprobar que su principal medio de vida son la quimioterapias! Una cagada, una miseria!Creo que la gran mayoría se arrepiente al poco tiempo de lidiar con los enfermos y peor aún, con los parientes de ellos y carecen de la valentía que requiere volver a comenzar en otra especialidad. Son unos pobres tipos que nada pueden hacer que no sea asistir lo mas humanamente al moribundo, y eso, lo puede hacer cualquiera sin ser médico.
ResponderEliminarAsistir lo más humanamente al moribundo nunca fue tarea fácil, y menos con la formación médica actual que pasa primordialmente por los procesos físicos.
ResponderEliminarActualmente hay varias líneas en psicología que se dedican a ayudar a la persona que está pasando esa transición, y a sus familiares. Así como siguen existiendo las prácticas chamánicas para ayudar a morir bien.
El gran problema de la medicina también es que está atravesada por intereses comerciales terribles (no principalmente de los doc, que tienen que vivir y en muchos lugares están mal pagos, sino de corporaciones médicas y farmacéuticas). Creo que era Osho el que proponía pagarle a los médicos siempre y cuando te mantuvieran sano, en cuanto enfermás, se le deja de pagar. Supongo que era ironía, peeeeeero...
Muy bueno el blog!