domingo, 29 de enero de 2012

La soledad es un baño sin bidet.

Desde hace un tiempo esta sentencia ronda en mi cabeza. Creo –incluso- que lo he comentado con algunos amigos.

Viajando por motivos laborales conocí ciudades que están en otros países. Más precisamente, en países que integran la lista de los que llamo “destinos SB”, es decir, “Sin Bidet”.

Es casi inevitable llegar a destino y una vez dentro de la habitación del hotel, recorrer el ambiente para descubrir todo lo que conforma ese hogar de tránsito en el que viviremos algunos días.

Y es inevitable también, abrir la puerta del baño y encontrarse con ese vacío de los baños sin bidet. A veces se nota mucho más la falta porque sobra espacio. Otras veces el espacio es mínimo y sin embargo, la mirada se siente incompleta.