Ocho años tenía cuando Alfonsín ganó las elecciones. Recuerdo que el país era una fiesta. La palabra “democracia” estaba en la boca, en la sonrisa y en los ojos de todos, sin distinción de partidos políticos. La gente festejaba con una alegría que hoy creo que ni siquiera podría revivirse ganando un mundial. Yo era chiquita y como tal, no entendía nada (o por lo menos, mucho menos que ahora). Hasta ese momento no conocía la palabra “voto”. Hasta ese momento sólo sabía que cuando en la televisión se interrumpía la programación y se escuchaba “Comunicado número…”, era porque hablaba Videla. Sí sabía que mi papá tenía un libro guardado y que una vez lo ví con ese libro y me dijeron que NUNCA le diga a nadie que papá tenía ese libro porque podíamos tener problemas. Si sabía que un montón de “soldaditos” estaban en la guerra de Malvinas. Y un tiempo después, se hablaba de democracia, de elecciones, de presidentes con nombres de personas “comunes”, sin rangos. Y la gente estaba contenta.
Ayer, durante el desarrollo de la elección escuché varias veces -en la radio y en la televisión- que “la jornada se estaba desarrollando con normalidad” y fue la frase que me quedó sonando en la cabeza todo el día. Me pregunté cómo era posible que todavía sigamos diciendo algo así. ¿Por qué la jornada no iba a desarrollarse con normalidad?. Es simple: para mí, lo normal es ir a votar. Y sin embargo, durante tantos años fue algo que muchos de nuestros padres, abuelos, tíos, hermanos y demás argentinos no han podido hacer. Recién ayer terminé de entender de dónde venía toda esa alegría con la que se festejaba en el año 83. No fue en sí la elección lo que me hizo notarlo, sino esto que pasaba sobre ese comentario que se recalcaba una y otra vez: “la jornada electoral se estaba desarrollando con normalidad”.
Soy una de las que “protesta” (la típica queja argenta y sin sentido) porque hay que ir a votar… como si acaso justo ese domingo estuviera invitada a exponer mis ideas sobre la paz mundial en la ONU. Sin embargo, ayer comprobé una vez más que desde el momento en el que salgo de mi casa y hasta que llego al colegio en el que me toca votar, camino por las calles con cara de boluda alegre. Y en el camino voy mirando a la gente, disfrutando de ese movimiento inusual que le aportan a las calles los domingos electorales. A veces nos enojamos cuando tenemos que votar. Llegamos saturados de información, de palabras, de discursos políticos, de circos de campaña y muchas veces no tenemos ganas de hacerlo, gracias al desencanto que lograron instalar en nosotros varios políticos y gobernantes que hemos tenido. Y ahí es cuando en cierta manera celebro que las elecciones sean obligatorias: siento que todavía no tenemos la madurez política y social necesaria como para dejar librado a la voluntad del pueblo la participación o no en una elección. A nosotros nos gana más fácil la desidia que la ilusión de que las cosas pueden cambiar.
Después de votar, fui a la casa de una amiga y en algún momento de la noche pregunté por FB cómo venía el escrutinio. El próximo contacto con las elecciones lo tuve al volver a casa, prender la televisión y la computadora y leer las novedades en FB. Y me dolió.
Me dolieron casi todos los comentarios que leí, básicamente porque en todos se trataba de pelotudos, ignorantes, boludos y ombliguistas a los porteños. Se denigraba al electorado “de elite”, que históricamente ha sido el más difícil para todos los candidatos. Se denigraba a las personas que en PLENO ejercicio de su derecho cívico, optaron por votar a Macri, candidato que –evidentemente- no era del agrado de los que escribieron semejantes insultos.
Voy a aclarar -por última vez- que NO soy PRO, ni voté a Macri. Y si alguno de los que lee esta nota suele leer mis comentarios en FB, sabrá también que suelo dedicarle palabras cada tanto (y no precisamente de elogios).
Me dolió que se falte el respeto de la manera en que he visto que lo han hecho varias personas, casi todas defensoras de la línea política del gobierno nacional, gobierno que enarbola la bandera de los derechos humanos, evidentemente cuando les conviene. Y si les parece que no es así, lean lo que dijo el señor Aníbal Fernández (Jefe de Gabinete) y después tómense unos minutos para pensar en silencio si es coherente con la política de derechos humanos que una autoridad del gobierno nacional diga semejante barbaridad sobre los ciudadanos que ejerciendo su derecho cívico, votaron al candidato que tuvieron ganas de votar.
Me dolió que la mayoría de los comentarios vengan de gente joven y en algunos casos militantes. Me dolió que ataquen justamente eso que hace posible que militen y que opinen: me dolió que se insulte a la democracia. En toda esta historia post escrutinio, Macri es tan sólo una circunstancia. Lo que pasó ayer cuando se conoció el resultado de la elección, fue más allá de Macri. El blanco al que se apuntó fueron los porteños. Los porteños que votaron porque comparten su proyecto político; los porteños que votaron porque no quieren perder autonomía política en la ciudad; los porteños que votaron no “a favor de” sino “en contra de”. Pero acá Macri es una circunstancia. Y lisa y llanamente, se le faltó el respeto a los votantes.
He leído barbaridades tales como “lo votaron a Macri porque los beneficia económicamente”. ¿Macri, beneficiar económicamente? ¿A quién? ¿Al 47% del padrón de la Ciudad? ¿Me están jodiendo? Solamente podría decirse que “se benefician” aquellos que trabajan en el Gobierno de la Ciudad y reciben un sueldo… y bien sabemos (porque eso sí que lo sabemos bien) que eso no es cierto. Entonces, ¿Quiénes son los que se benefician económicamente con Macri? Bueno, cosas como esas, también he leído. Cuando llega el momento de pegar y pegar y pegar, cualquier bondi parece llegar a destino. Eso sí, no leí ni un solo comentario que contenga una mínima idea que pueda explicar el 47% de Macri. Todo lo que leí fueron insultos hacia los votantes.
Nada de lo que leí (y de lo que no leí porque no fue dicho) justifica las agresiones que se desparramaron sobre el electorado porteño, a las que –repito- hoy también se sumó el jefe de gabinete del gobierno nacional. ¿Y después me vienen con proyectos de un país igualitario, modelos de inclusión social y demás? ¿Y si empezamos por respetarnos y pedir que nos respeten como ciudadanos las autoridades?
Hoy no leí a ningún kirchnerista hacer comentarios en repudio a lo que dijo Aníbal Fernández. ¿Están de acuerdo con lo que dijo? Me preocupa. Realmente, me preocupa. Gente que milita en derechos humanos y gente que apoya un proyecto nacional que los enarbola como bandera de batalla y que ni siquiera repudia a una autoridad que dice semejante barbaridad sobre un acto electoral, al menos a mí, me preocupa.
La elección de ayer no me dejó conforme, más allá del 47% de Macri. La polarización de votos como consecuencia de la división de un país –representado en este caso por la ciudad- habla de algo más allá de la gestión de un candidato. Habla de un país dividido, peleado, enojado. Habla de gente que vota a un candidato (sabiendo que los demás no tenían ni chances de lograr un 10%) sólo para no votar al otro. Y esa pelea, ese enojo y esa división, no es ni más ni menos que lo vivimos todos los días entre nosotros.
La política actual logró dividir a la sociedad de la peor manera: en dos bandos. De un bando, los que apoyan al gobierno. Del otro, todos los demás, independientemente de la línea política con la que comulguen. Hoy no existen radicales, socialistas, izquierda y derecha. Hoy toda esa masa, conforma “los anti K”. Basta que hagan un comentario que muestre desacuerdo con el gobierno nacional para que aparezcan de abajo de las baldosas cientos de comentarios que repiten una y mil veces palabras de la presidenta, menciones a Clarín, TN, Macri. Da lo mismo. Por momentos, los comentarios parecen un copy-paste. Sea cual fuera el tema del que se opine, en tanto y en cuanto no coincida con la línea del gobierno nacional, el ataque ofensivo no se hace esperar. Repito, me han dejado comentarios en los que, por ejemplo, Clarín y TN no tienen NADA que ver con lo que se me ocurrió decir… pero no importa… los mencionan por las dudas. Así estamos como sociedad.
No hablo de la situación del país. Este post no tiene intenciones de hacer análisis político alguno. No suelo elogiar las medidas de gobierno que me parecen buenas (sean de Macri o de CFK) simplemente porque si me parecen buenas, nada tengo que cuestionar. Eso sí: me encargo de hablar sobre aquellas que me parecen poco acertadas, de aquellas que me parecen disparatadas (como los LCD para beneficiarios de planes sociales) y de las cosas que podrían mejorar, inclusive, al gobierno nacional (como por ejemplo, no utilizar la cadena nacional para anunciar la reelección de la presidenta). Trato de mirar más allá del hecho. Como alumna, siempre me identifiqué con aquellos que hacían preguntas de esas que les suelen molestar a los profesores porque están fuera del material que tenían preparado para la clase. Como ciudadana, me gusta ser el comentario “que molesta”. Creo que ese es el camino para aprender, para crecer y para mejorar.
Por eso me dolió lo que pasó ayer tras conocerse el resultado que obtuvo Macri en esta primera vuelta. Todas las opiniones apuntaron –y repito una vez más, con una falta de respeto jamás escuchada- a los porteños. ¿Alguno se detuvo a leer qué significa ese 47%, sin caer en comentarios tales como “los porteños son pelotudos, ombliguistas, egoístas, burgueses, etc.”?. ¿Será que lo hicieron y lo que realmente dolió fue que prefirieron bancarse a alguien como Macri, con tal de darle una cachetada al gobierno nacional? Y en ese caso, ¿Se preguntaron por qué los porteños le dicen “no” al oficialismo nacional? ¿Alguno se detuvo a pensar que el caso Shocklender pudo influir para que algunas personas decidan NO votar a Filmus? ¿Alguno se detuvo a pensar cuál es el mensaje que transmite una presidenta que eligió a un candidato al que no fue capaz de darle un mensaje de apoyo tras conocerse el resultado de las elecciones? ¿Alguno se detuvo a pensar que en la elección de ayer no ganó Macri sino que perdió Filmus? ¿Alguno sabe que mucha de la gente que votó a Macri votará a Cristina en la elección nacional? ¿Alguno se detuvo a pensar por qué ocurrió todo esto? Seguramente hay un mensaje escrito en ese 47%. Lo terminaremos de leer después del balotaje. ¿Y si el balotaje lo gana Filmus? ¿Cómo sería en ese caso? ¿Los porteños que hoy fueron bautizados “pelotudos, boludos, descerebrados, ignorantes y ombliguistas” pasarían a ser “piolas, genios, sabios, cultos y con conciencia social”? Si. Seguramente si dentro de tres semanas gana Filmus, deberíamos hablar de una metamorfosis (¿?) que hizo posible que los que hoy son boludos, sean los mejores porteños que la ciudad puede tener.
Y mientras nosotros seguimos discutiendo (el debate ya casi no es posible) en redes sociales, reuniones, taxis y bares (en algunos casos, llegando al uso de agresiones verbales que exceden el punto de sobre el que se discute y pasan al terreno personal), ellos siguen repartiéndose el país en sus despachos. ¿O me van a decir que el gobierno de los Kirchner no se enriqueció? Si es así, les pido una copia de la declaración jurada anticorrupción que la presidenta, sus ministros y demás funcionarios tenían que presentar antes del 4 de julio, cosa que no sólo no hicieron sino que además, lograron –utilizando su poder- que se les extienda el plazo de presentación (un hecho sin precedentes) hasta una semana después de las elecciones primarias. ¿No tienen tiempo de prepararla porque están en campaña? Si es así, avísenle que sé usar el aplicativo de la OANET y que me pongo a su disposición para cargarle los datos y confeccionarles la DDJJ, en tanto y en cuanto estén dispuestos a darme la información que necesito para confeccionarla. Si vamos a jugar a los ingenuos, juguemos todos.
Por último, quería reflexionar sobre algo que publiqué ayer en el muro, generado por la ola de comentarios agresivos que he leído en las últimas 24 horas. Si los hospitales y escuelas de la ciudad de Buenos Aires están tan mal (y la culpa es de Macri, según parece), ¿Por qué en los hospitales y escuelas de la ciudad se atiende a tanta gente que vive en la provincia? ¿Será que no tienen en sus zonas cercanas ni escuelas ni hospitales que lleguen al 10% del nivel de los que tiene la ciudad? Y si es así, ¿Por qué no se cuestiona al gobernador de la provincia? ¿Por qué tengo que pagar con mis impuestos las falencias del gobernador de la provincia? ¿Por qué la gente de la ciudad tiene que esperar tiempos imposibles para conseguir turnos en los hospitales, en los cuales se atiende a gente que viene de la provincia? ¿Acaso la gente de Córdoba utiliza escuelas y hospitales de Tucumán? Que la ciudad sea próspera en recaudación no implica que tenga que abastecer las carencias al resto del país, en última instancia, de eso debería encargarse el gobierno nacional, del cual durante los últimos 4 años la ciudad sólo ha recibido la espalda para obstaculizar su gestión, creyendo que así lograrían conquistar la ciudad o debilitar a Macri. Creo que ayer les quedó claro que con ese tipo de actitudes, el tiro les sale por la culata. No se olviden de la vergonzosa actitud que tomó el gobierno nacional en el conflicto en el Indoamericano, negándose a que la policía federal colabore para evitar disturbios y logrando así, que mueran 4 personas. Claramente, para la gente de la Ciudad, esos muertos se los cargó la Nación. Claramente, sabiendo cuál era la situación en el Indoamericano y sabiendo las falencias de la Metropolitana, importó más utilizar el conflicto como chicana política, cagándose soberamente en la gente de la ciudad. Y eso, la ciudad, lo factura.
Somos muy injustos y exigentes, cuando nos conviene. El estado de las escuelas y hospitales no es culpa únicamente de Macri, así como tampoco se le puede atribuir al gobierno nacional la herencia que recibió en el 2003. Midamos todo con la misma vara. Si los jefes de gobierno anteriores hubieran mantenido las obras, hoy no estarían en el estado en el que están. Macri no es Superman y nosotros no somos boludos. Cualquier persona normal –digo, no es necesario ser un iluminado- sabe que cualquier gobierno que asume tiene que arrastrar con la herencia del gobierno anterior. No creo que Macri haya salido con una maza a romper escuelas y hospitales, no obstante lo cual, también creo –no lo sé a ciencia cierta- que podría haber hecho más cosas de las que hizo. Entonces, separemos lo político y lo ideológico de lo concreto y palpable. Y sobre todo, aprendamos a juzgar TODO con la misma vara. Cuestionemos también al gobernador Scioli por no tener la infraestructura hospitalaria que requiere la provincia y por no tener el nivel de las escuelas del gobierno de la ciudad. Cuestionemos. Pidamos. Exijamos. Respetemos. Sumemos. Dejemos de hacerle el caldo gordo a tres atorrantes sedientos de poder que nos usan. El poder es nuestro. Está en nosotros decidir el rumbo de las cosas. Está en nosotros lograr un país más integrado. ¿Cómo podemos pedir respeto como ciudadanos si entre nosotros nos decimos “boludo, ignorante, pelotudo, ombliguista” por el resultado de una elección?
Ustedes podrán decirme que hablo de integrar, sumar, respetar, de no atacar a los que votaron a Macri y demás, y que sin embargo mis opiniones tienden a oponerse al gobierno nacional (y a su línea política). Lamentablemente no comulgo con la línea nacional (básicamente, por las actitudes soberbias, la desmedida ambición de poder y el ataque a periodistas y medios de prensa que se replica en la sociedad como ataques a las personas que piensan distinto) y esto automáticamente me coloca del otro lado, en el que no hay distinciones partidarias: simplemente, somos “los otros”. Y yo soy parte de esos. Da lo mismo si sos macrista, radical, socialista o votás en blanco. Algunos te llaman facho, otros pelotudos y otros ombliguistas y mientras tanto, la presidenta habla en cadena nacional de un proyecto de país inclusivo. Basta de espejitos de colores. Volvamos a hacer los mismos que teníamos la capacidad de criticar a los gobernantes que habíamos elegidos y muchas veces, con mayor dureza a esos que habíamos votado. Dejemos de tratar de pelotudos a los porteños que votaron a Macri y no perdamos de vista que muchos de los que hoy los critican y defienden al gobierno nacional, hace un par de años se encolumnaron detrás del justicialismo e hicieron posible la reelección de Menem.
Aunque en verdad, eso nunca quedó claro… después de todo y hasta el día de hoy, nadie lo votó.
*este post fue escrito el 12 de Julio de 2011, inspirado por el "ASCO" que les dio a algunas personas que Macri sacara el 47% en la elección
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